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Cementerios de Edimburgo: Sus secretos y cuáles visitar

Edimburgo alberga algunos de los cementerios más fascinantes del mundo, gracias a su ambiente tenebroso y a su apariencia de haberse quedado anclados en otra época. Aunque los cementerios de Edimburgo son bastante pequeños y no están muy ornamentados, su cercanía a otros puntos emblemáticos de la capital escocesa (te los vas encontrando por todos lados), los convierte en paradas casi obligatorias durante tu visita a Edimburgo. 

Recorrerlos es un auténtico viaje en el tiempo, ya no sólo por el ambiente y la estética, sino también porque en ellos podemos repasar la rica historia de esta mágica ciudad a través de personajes muy interesantes que se yacen bajo sus praderas.

Además, cinco de ellos están catalogados como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. ¡Por algo será! Pero no sólo eso: cada uno de ellos guarda historias únicas, ya sean de carácter histórico, literario o paranormal. ¿Te atreves a explorarlos? ¡Vamos allá!

Tabla de contenidos

Greyfriars Kirkyard: Uno de los cementerios de Edimburgo con más fantasmas y leyendas

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Tal vez el más famoso, bonito e importante de todos los cementerios de Edimburgo sea el de Greyfriars. Es un lugar histórico y con vistas preciosas al casco antiguo y al castillo de Edimburgo. Sus praderas están muy bien cuidadas y desde hace tiempo no se realizan enterramientos en él, lo que ayuda a la sensación de viaje en el tiempo según accedemos a él.

Fundado en 1560, sus viejas lápidas llenas de musgo crean una estampa pintoresca alrededor de la iglesia que dio origen al camposanto, bajo frondosos árboles o con el majestuoso Castillo de Edimburgo como telón de fondo. 

Entre las figuras ilustres que aquí reposan destacan James Hutton, considerado el padre de la geología moderna, y James Craig, responsable del diseño de la New Town de Edimburgo.

Pero el Cementerio de Greyfriars también tiene mucha fama por 3 de sus «habitantes». Hablemos de ellos:

Harry Potter y la tumba de Lord Voldemort

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Se dice que algunos nombres de personas enterradas en este cementerio habrían servido de inspiración a J.K. Rowling para nombrar a personajes de su icónica saga de Harry Potter, como la Profesora Minerva McGonagall y Tom Riddle, más conocido como Lord Voldemort (su nombre de nacimiento). De hecho, ¡podemos visitar sus tumbas! Pero no sólo eso: el Cementerio de Greyfriars también inspiró la escena en la que Aquel-Que-No-Debe-Ser-Mencionado recobra su forma humana y se enfrentan por primera vez Harry y él, al final de Harry Potter y el Cáliz de Fuego.

Sin embargo, la propia autora desmintió estas teoría hace algunos años, asegurando que si fue inspiración, fue por pura casualidad en alguno de sus paseos por el cementerio. Aun así, si eres seguidor de sus libros y de su mundo mágico, no te pierdas la oportunidad de unirte al free tour de Harry Potter en Edimburgo. Una forma muy chula además para impregnarte de la esencia mágica de la ciudad.

Si quieres saber más sobre la relación de Edimburgo con el universo de Harry Potter, en esta ruta te muestro todos los rincones que los unen.

🧙🏻‍♂️ ¿Cómo encontrar la tumba de voldemort?

Según entras por la puerta principal del Cementerio Greyfriars (la de la escultura de Bobby), rodeas la iglesia y atraviesas un arco que se abre en el muro. Gira a la derecha y camina casi hasta el fondo. A la derecha, colocada contra el antiguo muro, encontrarás la tumba de Voldemort, alias Thomas Riddell.

📍Localización exacta en Google Maps.

Greyfriars Bobby: Uno de los perros más famosos del mundo

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En este cementerio de Edimburgo se encuentra también la tumba del perro más célebre de la ciudad y uno de los más conocidos del mundo (Disney llegó a hacer una película sobre él). Bobby era un Skye Terrier que, según cuenta la leyenda, pasó 14 años junto a la sepultura de su dueño, John Gray. 

Éste último era un agricultor que llegó a Edimburgo en 1850 huyendo del trabajo duro del campo. Sin embargo, solo consiguió empleo para la policía como vigilante nocturno. Fue entonces cuando adoptó a Bobby, su fiel compañero, y juntos recorrieron las calles de la ciudad hasta el fallecimiento de John en 1858.

La historia cuenta que Bobby nunca se separó de la tumba de su dueño. Ante la imposibilidad de alejarlo, el cuidador del cementerio decidió construirle un refugio, y tanto él como varios vecinos de la zona se encargaron de alimentarlo y protegerlo durante años. 

Cuando Bobby murió en 1872, fue enterrado en el mismo cementerio. Hoy en día, podemos encontrar una preciosa escultura sobre su lápida de granito, rodeada además por un bonito jardín. Este emotivo tributo a su lealtad inquebrantable se halla en la entrada principal del cementerio.

George Mackenzie: El poltergeist más famoso de los cementerios de Edimburgo

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Greyfriars es un cementerio que figura siempre en las listas de los más embrujados del mundo. Y no faltan motivos para ello. Esto se debe principalmente al infame poltergeist de Bloody Mackenzie, un fenómeno que comenzó allá por 1998. 

Todo ocurrió cuando un indigente, buscando refugio en una noche de tormenta, decidió cobijarse en la tumba de George Mackenzie, un abogado del siglo XVII vinculado a los juicios por brujería de 1661. Un hombre conocido por su defensa y uso de la tortura para castigar delitos graves.

Aquella noche, el hombre intentó abrir el féretro de Mackenzie con la esperanza de encontrar algo de valor en su interior. Sin embargo, cuenta la leyenda que el suelo cedió bajo sus pies y cayó en una fosa común repleta de restos humanos. Desde entonces, comenzaron a registrarse fenómenos inexplicables en las inmediaciones del Mausoleo Negro en el que descansan los restos del temido abogado. 

Se han registrado más de 500 sucesos paranormales, con personas que aseguran haber sufrido mordeduras, arañazos o empujones por la zona en la que se ubica el mausoleo. Incluso los vecinos de las casas cercanas han reportado sucesos paranormales desde aquel inquietante episodio de 1998.

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Old Calton Cemetery, otro de los cementerios de Edimburgo con más leyendas

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Mausoleo de David Hume y Memorial a los soldados escoceses en la Guerra de Secesión (con Lincoln)

Old Calton es otro de los cementerios de Edimburgo donde las historias de fantasmas ocupan un lugar destacado. Este camposanto se encuentra a los pies de Calton Hill, lo que permite disfrutar de magníficas vistas de la emblemática colina mientras paseamos entre sus lápidas.

Fue inaugurado en 1718 y sus tumbas, mausoleos y monumentos datan de los siglos XVIII y XIX, conservando un aire histórico y solemne. Entre sus más de 400 tumbas, es común encontrar lápidas adornadas con relieves que representan el oficio de quienes descansan bajo nuestros pies (algo que también sucede en otros cementerios de Edimburgo).

Entre sus tumbas más ilustres e interesantes, podemos destacar las siguientes.

David Hume

En un rincón del cementerio de Old Calton podemos visitar el mausoleo de David Hume, una de las figuras más importantes de la filosofía occidental moderna y de la Ilustración en Escocia. Defendió que todo el conocimiento humano deriva únicamente de la experiencia. 

Este importante filósofo escocés del siglo XVIII era agnóstico, por lo que solicitó que su tumba no tuviera ninguna cruz ni símbolo religioso.

Abraham Lincoln: ¿Qué hace un presidente norteamericano en un cementerio de Edimburgo?

Al lado de la tumba de David Hume nos encontramos con un curioso monumento presidido por una escultura de Lincoln, el decimosexto Presidente de Estados Unidos. 

Se trata de un memorial en honor a todos los soldados escoceses caídos durante la Guerra de Secesión norteamericana (pues fue él quien lideró esta guerra).

David Allan: La lápida más sobrecogedora de los cementerios de Edimburgo

Muy cerca del mausoleo de Hume y de la escultura de Lincoln se encuentra la tumba de David Allan, un importante pintor y grabador escocés del siglo XVIII. Esta sencilla sepultura es la tumba más enigmática que se puede encontrar en Old Calton y, tal vez, todo Edimburgo.

Ante los múltiples casos de personas enterradas vivas por catalexia en esa época, el pintor había desarrollado un auténtico terror a ser enterrado vivo. De hecho, dejó instrucciones muy precisas a su mujer por si hacía falta volverlo a sacar. Durante mucho tiempo, ella sospechó que su marido había sido enterrado vivo…

La catalexia: Un problema real en la Edimburgo del siglo XVIII

Pongámonos en situación: en la Edimburgo del siglo XVIII, se convirtió en algo común descubrir que muchas personas habían sido enterradas vivas. Sí, sí, lo que lees. Se dice que el uso de utensilios de cocina hechos materiales tóxicos, como el estaño (obviamente, no habían descubierto su toxicidad todavía), provocaba que, con el paso del tiempo, la gente terminaba envenenándose al usarlo. 

Sin embargo, el envenenamiento no siempre resultaba letal, pero en muchos casos provocaba episodios de catalepsia. Los afectados presentaban constantes vitales tan débiles que parecían haber fallecido. Por ello, terminaban siendo enterrados de forma prematura cuando, en realidad, ¡seguían con vida! 

Por ello, se convirtió en costumbre enterrar a la gente con una cuerda y una campana atadas al pie (como en las pelis, sí). La idea era que, si la persona despertaba dentro del ataúd, pudiera mover la campana y alertar a alguien para que lo rescataran. 

De hecho, años más tarde, durante unas obras de reconstrucción de una carretera cerca del cementerio, fue necesario exhumar varias tumbas en este cementerio. Para horror de los trabajadores, se descubrió que muchos ataúdes presentaban marcas de arañazos en su interior y los cadáveres mostraban posturas de auténtico terror. ¡Aquellas personas no estaban realmente muertas cuando fueron enterradas! Y no cuesta imaginar el pánico que debieron sentir al despertar atrapadas bajo tierra.

¿Qué ocurrió con David Allan?

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Lápida de David Allan por detrás. ¿Ves la cara gritando?

Exactamente lo que él más temía. Cuando por fin se abrió su tumba, se encontraron señales evidentes de que había sido sepultado vivo, con arañazos y una terrorífica posición que revelaban su desesperado intento de escapar.

Pero lo más inquietante es lo que podemos ver en su lápida. En la parte posterior de la piedra, ha aparecido con el tiempo una extraña imagen que muchos consideran el último autorretrato del pintor. 

Algunos creen que es sólo un efecto de la humedad, pero lo cierto es que ninguna otra lápida en el cementerio presenta algo similar. Y, sorprendentemente, nos recuerda a un rostro humano gritando desesperado.

Cementerio de Canongate Kirk, otro de los cementerios de Edimburgo más interesantes

cementerios de edimburgo viajera cinefila Cementerio de Canongate Kirk

En este cementerio descansan varias figuras históricas de Edimburgo. Uno de los más importantes (y posiblemente más conocido por los lectores españoles) es Adam Smith, renombrado filósofo y economista del siglo XVIII, autor de La riqueza de las naciones

Aquí también yace Robert Fergusson, poeta que escribía en lengua escocesa. Junto a la entrada del cementerio, se erige también una estatua en honor a él, que falleció a la temprana edad de 24 años.

Otra de las tumbas más destacadas es el de David Rizzio, músico italiano, pero también amigo y confidente de la reina María Estuardo (se sospecha que también su amante). Su trágico final parece una secuencia de Juego de Tronos. Lord Darnley, el esposo de la monarca, harto de los rumores sobre el supuesto romance entre ellos, envió a un grupo de nobles para asesinarlo. La escena fue brutal, propinándole más de 50 puñaladas en los aposentos de la mismísima reina. 

En Canongate también descansan los restos de Agnes MacLehose, una joven que mantuvo una intensa relación epistolar con Robert Burns (uno de los poetas en habla escocesa más importantes). De hecho, fue a ella a quien el célebre poeta escocés dedicó uno de sus versos más románticos, Ae Fond KissEn sus cartas, ambos empleaban seudónimos: Clarinda y Sylvander.

Entre otras tumbas ilustres se encuentra la de George Drummond, quien ocupó el cargo de alcalde de Edimburgo hasta en seis ocasiones.

Canongate es, sin duda, uno de los cementerios de Edimburgo más importantes e interesantes. Si quieres descubrir más, te recomiendo este free tour de los fantasmas de Edimburgo, que incluye este camposanto en su recorrido.

Cementerio de St. Cuthbert, otro de los cementerios de Edimburgo más bonitos

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Ubicado junto a los encantadores Princes Street Gardens, el cementerio de St. Cuthbert es uno de los más antiguos de Edimburgo (su historia se remonta hasta el siglo VII, cuando, según la tradición, San Cuthbert predicó en este mismo lugar). Es además uno de los más bonitos, gracias a su increíble ubicación: a los pies de Castle Rock, donde se levanta imponente el Castillo de Edimburgo.

Dentro del recinto, podemos recorrer los senderos que rodean la iglesia homónima, entre más de 700 lápidas y mausoleos esparcidos por las características praderas de los cementerios de Edimburgo.

Entre las personalidades sepultadas en St. Cuthbert destaca George Meikle Kemp, el arquitecto responsable del impresionante Monumento a Walter Scott en Princes Street, muy cerca del cementerio. Este bonito edificio es uno de los grandes imprescindibles que tienes que ver en Edimburgo.

Un elemento peculiar que se puede observar en éste y otros cementerios de Edimburgo es la torre de vigilancia ubicada en una esquina del recinto. Estas estructuras se popularizaron entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, en una época en la que el robo de cadáveres se convirtió en una práctica más común de lo que se podría imaginar.

Bum, otro perro famoso en Edimburgo

Al acceder al cementerio desde los jardines, se encuentra una estatua de un perro, Bum, protagonista de una historia similar a la del célebre Bobby. Bum era un can callejero que vivió en San Diego, Estados Unidos, en el siglo XIX. Mestizo de San Bernardo y de Spaniel, el animal era muy querido por los habitantes de la ciudad, que le daban de comer y le cuidaban. 

Sin embargo, un tren lo atropelló, por lo que tuvieron que amputarle una pata delantera. Aun así, el animal se volvió más dócil y cariñoso con la gente. Era un animal tan querido, que llegó a aparecer en todas las licencias de mascotas de la ciudad. De hecho, ¡incluso le invitaban a las fiestas! Bum murió en 1898 y le dedicaronuna escultura en Gaslamp District.

¿Pero por qué hay una estatua de un perro americano aquí? Cuando Edimburgo y San Diego se hermanaron, Edimburgo recibió una escultura de Bum, mientras que San Diego recibió una de Bobby. De hecho, ésta última se encuentra muy cerca de la de Bum, en Gaslamp District.

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Dean Cemetery, otro de los cementerios de Edimburgo más interesantes

Ubicado en Dean Village, es uno de los pocos cementerios históricos que se siguen usando en la ciudad y un fabuloso ejemplo de arquitectura victoriana. Fue inaugurado en 1846 y en él podemos hallar las tumbas de algunos de los personajes más relevantes de esa época.

Aquí descansan los restos de Joseph Bell, precursor de la medicina forense y médico personal de la reina Victoria de Inglaterra. Este interesante médico del siglo XIX es en quien Sir Arthur Conan Doyle se inspiró para crear a su icónico Sherlock Holmes. El escritor fue alumno de Joseph Bell, y su método analítico y su deducción lógica ayudó a Conan Doyle a dar forma al famoso detective de sus novelas.

En el Dean Cemetery también fueron enterrados personajes como Agnes Brown, sufragista, escritora y una de las primeras mujeres ciclistas de Escocia; David Octavius Hill, considerado el padre del retrato fotográfico, y Francis Cadell, pintor escocés famoso por sus cuadros de interiores de casas de la New Town de Edimburgo.

En Dean Cemetery, las lápidas aparecen de una forma muy ordenada, siguiendo los senderos que dan forma al cementerio. Algo que lo diferencia mucho de los cementerios anteriormente mencionados. De hecho, los árboles nos acompañan durante el recorrido. Es más, éste fue uno de los cementerios más seguros del siglo XIX, época en la que el los profanadores de tumbas proliferaron de forma atroz.

Si te interesan los cementerios de Edimburgo y los misterios y leyendas de esta increíble ciudad, te recomiendo este free tour de los fantasmas de Edimburgo, que incluye el Canongate Kirk en su recorrido. Muy interesante también este otro tour de fantasmas, en el que recorrerás algunos de los lugares más encantados de la ciudad.

Ladrones de tumbas en Edimburgo en el siglo XIX

Durante el siglo XIX, con el florecimiento de la medicina moderna, los laboratorios de anatomía de Edimburgo comenzaron a requerir de una gran cantidad de cadáveres para la formación de los estudiantes. En una época en la que la única manera de conocer el interior del cuerpo humano era mediante la disección, la creciente demanda de cuerpos llevó a un turbio negocio en los suburbios de Edimburgo: los ladrones de tumbas, que merodeaban los cementerios en busca de cuerpos recién enterrados. 

Actuando en plena noche, desenterraban los cadáveres, les quitaban cualquier objeto de valor y luego los vendían a los médicos por sumas de dinero que superaban ampliamente el salario de muchos trabajadores de la ciudad.

William Burke y William Hare

Este lucrativo negocio benefició especialmente a personajes como William Burke y William Hare. Todo comenzó cuando Hare, portero de una pensión, se enfadó porque un huésped había fallecido sin pagar su deuda. Decidido a recuperar el dinero perdido, decidió extraer el cuerpo, rellenó el ataúd con tierra y vendió el cadáver a la ciencia. Su comprador fue el prestigioso médico anatomista Robert Knox, quien necesitaba cuerpos «frescos» para sus clases. 

Al ver lo rentable que era este negocio, Hare y Burke pasaron del saqueo de tumbas a, directamente, el asesinato. Vamos, que se ahorraban así uno de los pasos.

En apenas un año, estos despiadados criminales acabaron con la vida de 16 personas, incluyendo ancianos, niños y prostitutas. Cada cuerpo vendido a Knox les reportaba entre 8 y 10 libras, una verdadera fortuna en la época. Para colmo, su confianza creció al no levantar sospechas, aunque probablemente Knox llegó a sospechar del origen ilícito de los cuerpos y prefirió ignorarlo en favor de sus investigaciones.

El desenlace de Burke y Hare

Sin embargo, su desenfreno los llevó a cometer un error fatal. Decidieron asesinar a un joven con discapacidad intelectual conocido como “Jamie el Bobo”, por lo visto conocido en la universidad. Cuando varios estudiantes vieron su cadáver en la mesa de disección, se alarmaron, ya que lo habían visto con vida el día anterior y no parecía estar al borde de la muerte. 

Este giro de los acontecimientos despertó sospechas y condujo a la caída y detención de Burke y Hare, poniendo fin a su macabro negocio.

La historia de estos asesinos y ladrones de cadáveres inspiró el cuento de terror El ladrón de cadáveres, de Robert Louis Stevenson. De hecho, Robert Knox es claramente mencionado como «el doctor K».

Como curiosidad, en Victoria Street hay una tienda-museo (The Cadies & Witchery Tours) en la que ¡podemos ver un tarjetero fabricado con la piel de Burke! Parece ser que, después de ser ejecutado por sus crímenes en 1829, su cuerpo fue donado a la universidad. Durante su disección, algún espectador robó trozos de piel y fabricó objetos con ella, como dicho tarjetero.

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Tarjetero hecho con la piel de William Burke

Tumbas y simbología en los cementerios de Edimburgo

Como sucede en otros muchos camposantos del mundo, los cementerios de Edimburgo están repletos de símbolos asociados con la muerte. Descubramos algunos de los más habituales en esta ciudad.

En los cementerios de Edimburgo, es muy común encontrar lápidas decoradas con una calavera y dos tibias cruzadas. Aunque muchos relatos relacionen este símbolo con la peste, su significado es simplemente un recordatorio de la fugacidad de la vida y de que la muerte nos iguala a todos. De hecho, en muchos podemos incluso leer Tempus Fugit (el tiempo vuela).

También es posible ver calaveras aladas, una representación del alma que se eleva. Con el paso del tiempo, estos símbolos fueron reemplazados por figuras más suaves, como pequeños ángeles, dando un aire menos lúgubre a las tumbas.

Otro elemento que llama la atención son unas estructuras metálicas, similares a jaulas, colocadas sobre y alrededor de las tumbas. Lejos de ser un simple adorno, estas barreras fueron diseñadas para impedir que los profanadores de tumbas robaran los cuerpos allí enterrados.

Si se observa con atención, podemos descubrir grabados de martillos, escuadras o liras. Estos elementos indican la profesión del difunto: carpinteros, zapateros, artistas, herreros, etc. Algunos piensan que estos símbolos podrían estar vinculados con la masonería. Sin embargo, en Escocia, si un fallecido pertenecía a la orden masónica, su tumba lo indicaba explícitamente.

Otro símbolo muy frecuente es la cruz celta. Su origen se remonta a la época en la que los cristianos comenzaron a evangelizar los territorios celtas, fusionando la cruz, emblema cristiano por excelencia, con un círculo que representa el sol y la luna. Esta combinación pretendía integrar las creencias paganas con la fe cristiana.

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